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El cuento de la asesina tailandesa que no buscaba ser princesa

Como si se tratara de un cuento de hadas, arrancado de las peores páginas de los Hermanos Grimm, Chalasai Yugala, una huerfanita que había sido abandonada en un hospital, “fue salvada” por un apuesto príncipe tailandés.

Como si se tratara de un cuento de hadas, arrancado de las peores páginas de los Hermanos Grimm, Chalasai Yugala, una huerfanita que había sido abandonada en el hospital de Bangkok, y posteriormente contratada para trabajar como sirvienta, “fue salvada” por un apuesto príncipe tailandés.

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La hermana del “noble” muchachito la recogió a la edad de cuatro años para que en el futuro trabajase de criada en su palacio, pero el príncipe Thitiphan Yugala no permitiría que aquella pequeña niña trabajara como sirvienta, al menos, en ese tipo de servicios.

Cuando Luk Pla, como la llamaron en su nuevo hogar, cumplió 12 años, el príncipe de 38, comenzó a abusar sexualmente de ella.  Diez años más tarde la obligó a casarse.

“He conocido a muchas mujeres en mi vida, pero nunca he encontrado a nadie como Luk Pla. Mi mujer no tiene que ser bella. No tiene que ser una buena cocinera, pero tiene que ser muy buena en la cama. Luk Pla es la número uno en este sentido”, dijo Thitiphan por entonces, a los diarios tailandeses.

Frente a esto Chalasai explicó que: “De pronto pasé de ser una niña pequeña a ser una señora, sin pasar por señorita”, agregando que odiaba la imagen de “depredadora sexual” que habían dado de ella los medios de comunicación gracias a las declaraciones de su “príncipe azul”.

El 29 de agosto de 1995, Chalasai puso insecticida en el café del príncipe y huyó con su amante, Uthet Coopwa, un comerciante ambulante que vendía castañas con un carrito… ¿Y fueron felices para siempre?

Hace dos semanas, y luego de 17 años el Tribunal Supremo determinó una pena de cuatro años y ocho meses de prisión a Chalasai Yugala, también conocida como “Luk Pla”, lo que quiere decir pequeño pez.

Hoy, con 42 años de edad, la mujer que nunca buscó ser princesa, escuchó el fallo en el tribunal de Bangkok, admitiendo desde un principio el envenenamiento al príncipe, pero también afirmando que su intención no fue matarlo sino que enfermarlo con el fin de escapar de la casa y poder verse con su amante.

En un principio los jueces la condenaron a siete años de cárcel, aunque después redujeron la pena porque tuvieron en cuenta que Chalasai confesó y colaboró con la policía y entendieron que no había sido un asesinato premeditado, ya que la acusada avisó a la ambulancia cuando percibió que el estado del príncipe era grave.

El príncipe murió una semana después en el hospital, desde entonces Chalasai comenzó a vivir un nuevo calvario, pero judicial, reabriendo el escándalo que causó en Tailandia la exposición del lado más oscuro de su alta sociedad: Poder y abuso sexual.

Fin.

Fuente: “La sirvienta que se casó con un príncipe y lo envenenó por sus abusos” (Cooperativa)

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