Hace unas horas estaba sentada en un café, con mi taza de americano, esperando la cita con el Señor Grey. Eramos varias, mujeres de todas las edades, cada grupo en su mesa comentando el libro y lo que sería la película. Horas después estoy aquí, escribiendo la reseña, para decirles en resumen: Tanto alboroto para nada.
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Advierto que no he leído el libro, al menos no completo — sólo me límite a leer el capítulo de la primera noche de Grey y Steele, como preparación de un texto —. Temo decirles que ese fragmento está mejor escrito que la adaptación cinematográfica en sí. Vamos, a veces estas novelas se encuentran con buenos guionistas, buenos actores, un buen director. En este caso, todo falló.
A lo largo de 125 minutos de 50 Shades of Grey sólo vemos una presentación superficial de los personajes y una serie de eventos desafortunados sin ritmo. Totalmente sin ritmo. Ni clímax. Todo parece disperso.
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No me atrevo a responsabilidad a los actores, ya que es la primera vez que veo a Dakota Johnson y a Jamie Dornan en la pantalla grande. Posiblemente el Señor Grey y la Señorita Steele necesitaban ser encarnados por actores de más experiencia, posiblemente ni eso hubiera ayudado — claro, reconozco el trabajo de Johnson como sumisa vulnerable, mientras Dornan parece más un genérico intercambiable.
Tal vez sea el guión a cargo de Kelly Marcel. Su Terra Nova resultó un fracaso para FOX y Saving Mr. Banks (2013) tuvo grandes aciertos en cuanto a reparto — con Tom Hanks, Emma Thompson, Colin Farrell — y un director con experiencia en emociones, como John Lee Hancock que en 2009 nos presentó la vida de Michael Oher en The Blind Side.
Posiblemente haya sido la presión de la gran industria cinematográfica, que se quiso colgar del éxito literario. Más que Focus Features — que tiene buenos títulos —, podemos señalar a Universal, compañía encargada de la distribución. A veces cuando las películas se hacen en poco tiempo, de manera express, aún con el mejor presupuesto, salen al “ahí se va” — le ha pasado hasta a Spielberg (War of the Worlds, cof, cof).
Volviendo a 50 Shades of Grey, me temo que lo único rescatable del metraje es una escena: la revisión del contrato. Es en el único momento donde se atreven a jugar con el lenguaje cinematográfico, el montaje, las tomas, la puesta en escena. Vemos un poco de vida, más aún que en las escenas más esperadas de la película. Al final, sólo vemos un cortón y la cara de todos los espectadores, de ¿qué hemos visto?
Afortunadamente, esta película nos da la oportunidad de hablar sobre temas que normalmente no son tratados. Se abre la discusión sobre la supuesta “glamurización” de la violencia en pareja sin entender de lo que realmente de lo que se trata el BDSM. Se habla sobre el fenómeno global y las reacciones de la audiencia — lo único divertido, dependiendo de la sala que les toque.
Si quieren ver una película sobre bondage, bien hecha, con buenas actuaciones, mejor vean Secretary — ahí otro Señor Grey nos espera.