¿Se han dado cuenta de que mientras más esperemos y deseemos las cosas, más se demoran en llegar? Salvo contadas excepciones, ocurre que a veces pensamos demasiado en algo que no es el presente, y al final, ese algo pasa tan rápido que ni siquiera lo notamos.
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Ese es el problema de vivir “de viernes en viernes“. Es domingo en la noche, luego lunes por la mañana y el primer pensamiento que se viene a la cabeza es: “me encantaría que fuera viernes“.
A todos nos gusta tener tiempo para hacer las cosas que, por lo general, no alcanzamos a hacer en la semana. Sin embargo, esto no quiere decir que vivamos lamentándonos por ello.
La semana tiene 7 días, no 2. Si decidiste que tu vida sólo tiene sentido el fin de semana, al menos haz que valga la pena. Quizás para algunas personas, dormir mucho sea la mejor forma de aprovechar los momentos libres, y para otras, ojalá nunca se acaben las actividades y no haya tiempo para aburrirse.
Cada uno sabe qué es lo mejor que puede hacer para ser feliz. Lo que sí no debería ocurrir, es que, esos días que tanto esperamos durante la semana, los gastemos en quejas, preocupaciones y mala disposición.
Con un detalle pequeño podemos hacer que un sábado común, sea uno memorable. La espontaneidad es clave; si planificamos todas y cada una de las cosas que queremos hacer, también tendremos tiempo para predisponernos.
Si esa predisposición es buena, puede que todo resulte bien, pero si es mala, no deberías ni salir de tu casa, ya que tú mismo ya te autoconvenciste de que todo será horrible.
Si quieres dormir, duerme. Si quieres ir al cine, hazlo. Si el fin de semana ideal para ti está lleno de fiestas y celebraciones, ve por ello. Sólo asegúrate de no tener que esperar una semana más para hacer eso que tanto querías hacer, pero que no hiciste por pereza, mala disposición o cualquier otra razón.
Y tú, ¿qué vas a hacer para tener un fin de semana memorable?