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Crónicas de una mudanza: finales y comienzos

No creo que exista un final que no duela pero ningún comienzo debería dar tanto miedo.

La vida es un lugar de finales y comienzos que marcan el rumbo de nuestra historia; el comienzo y final de una canción, de un beso, de un buen platillo o una plática. El comienzo y final de la vida misma.

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Iniciamos con una gran página blanca y la esperanza de escribir algo hermoso, terminamos con un montón de cajas y una mudanza de cosas del pasado, quizá para ir a un lugar mejor. Nadie sabe.

En este momento, mientras me encuentro empacando todo para emprender un nuevo viaje, pienso en el montón de finales que hubieran facilitado las cosas si tan sólo se tratara de eso: empacar. Envolver y sellar con algo de cinta.

Cada vez que iniciamos un nuevo camino, guardamos las emociones y sellamos los recuerdos con la palabra FRÁGIL en ellos, como queriéndolos conservar para siempre; como la vajilla de la abuela, las fotos familiares y las cartas.

No importa la distancia que deba recorrer ahora, ni el destino que me espere, dejar algo atrás siempre trae una que otra lagrimilla. No creo que exista un final que no duela pero ningún comienzo debería dar tanto miedo.

Uno piensa que para los finales siempre falta mucho, y una mañana de pronto ves tu casa vacía y tu vida entera en 20 cajas. Te sirves un whiskey, pones algo de música y esperas que la despedida dure el mayor tiempo posible en lo que asimilas todo aquello que estás dejando atrás.

Es precisamente eso lo fastidioso de “dejar atrás”, hay despedidas rápidas y breves, con clima soleado y un whiskey en las rocas, pero hay otras que duran una eternidad, con tormentas y tristeza. Hay gente que no termina de decir adiós nunca.

Qué difícil ha de ser andar por la vida cargando con los recuerdos y la añoranza, y sin embargo no puedo evitar la nostalgia que me da ver este lugar tan vacío. No me importa si lo que me espera es aún mejor, estoy segura de que así será, pero no dejan de agolparse las memorias y los amigos, los sueños y los silencios.

La necesidad de movernos no es más que el deseo de ir hacia lo mejor, es como un imán con el que nacemos y vamos atrayendo cualquier cosa que se nos ocurra; lo incierto, lo insólito, la aventura, la soledad y el amor.

Hoy observo desde aquí los espacios vacíos de todo lo que se quedará en este punto del camino, mientras que en las cajas de cartón y en las de la memoria, esperan mis eternos acompañantes: mis miedos pero también mis deseos.

La vida es un viaje lleno de finales y comienzos. Todo llega a su punto culminante, pero prefiero pensar en la maravillosa oportunidad de empezar otra vez, de seguir viviendo y que si no sigo en donde siempre, es porque todavía no estoy en donde está lo mejor.

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